lunes, 12 de noviembre de 2012

Las antiguas escuelas filosóficas de oriente y occidente



Por Fritjof Capra

Fragmento del capítulo La psicología newtoniana, del libro EL PUNTO CRUCIAL, Ciencia, sociedad y cultura naciente, ‪Editorial Pax México, 1992 - ‪514 paginas.


Suele creerse que la psicología, en cuanto a ciencia, fue creada en el siglo XIX, y que sus raíces históricas se remontan a las filósofos de la antigüedad griega. En la actualidad, se ha comenzado a conocer que la idea generalizada de que esta tradición ha producido las únicas teorías válidas es una opinión parcial, condicionada por la misma cultura occidental. Varios descubrimientos recientes sobre estudios de la conciencia, de la psicoterapia y de la psicología inter­personal han despertado el interés por los sistemas orientales de pensamiento, en particular los de la India, que presentan una gran variedad de sistemas psicológicos profundos y sofisticados. La rica tradición de la filosofía hindú ha engendrado un sinnúmero de escuelas filosóficas, que van del materialismo al idealismo extremo y desde el monismo absoluto, pasando por el dualismo, hasta el pluralismo total. En consecuencia, estas escuelas han formulado un gran número de teorías, a veces antagónicas, sobre el comportamiento humano, la naturaleza de la conciencia y la relación entre la mente y la materia.
Junto con esta gran variedad de escuelas filosóficas, la cultura hindú y las demás culturas orientales han desarrollado ciertas tradiciones espirituales que, al estar basadas en conocimientos empíri­cos, son más similares a los planteamientos de la ciencia moderna. Estas tradiciones se apoyan en ciertas experiencias místicas que han engendrado varios modelos de conciencia elaborados y extremadamente perfeccionados, incomprensibles dentro del esquema cartesiano, pero sorprendentemente concordantes con los desarrollos científicos más recientes. Sin embargo, el interés primordial de las tradiciones místicas orientales no se halla en los conceptos teóricos sino en que éstos son, antes que nada, maneras de liberación, rela­cionadas con la transformación de la conciencia. A lo largo de su historia, han ideado varias técnicas sutiles para cambiar el concepto que sus discípulos tienen de su propia existencia y de su relación con la sociedad y la naturaleza. Por ello, tradiciones como el vedanta, el yoga, el budismo y el taoísmo tienen más puntos en común con la psicoterapia que con las religiones o las filosofías, y por tanto no resulta sorprendente que algunos psicoterapeutas occidentales hayan mostrado un vivo interés por el misticismo oriental.
La gran influencia de las ideas orientales se reflejaba también en las especulaciones psicológicas de los antiguos filósofos griegos, quienes —según la historia y las leyendas— las asimilaron en los pe­ríodos en que realizaban estudios extensivos sobre estas ideas en Egipto. Esta primera etapa de la psicología filosófica occidental fluc­túa entre una visión idealista y una visión materialista del alma. Entre los presocráticos, Empédocles enseñaba una teoría materialista de la psique, según la cual todos los pensamientos y percepciones depen­dían de los cambios fisiológicos. Por otra parte, Pitágoras exponía opiniones firmemente basadas en el misticismo que incluían la creen­cia en la transmigración del alma. Sócrates introdujo un nuevo con­cepto de alma en la filosofía griega: mientras que antes el alma era descrita como una fuerza vital —«el aliento de la vida»— o como un principio trascendental en el sentido místico, Sócrates utilizaba la palabra psique en el mismo sentido que la utiliza la psicología mo­derna, a saber, para designar la sede de la inteligencia y de la per­sonalidad.
Platón fue el primero en ocuparse explícitamente del problema de la conciencia y Aristóteles escribió el primer tratado sistemático so­bre este tema, titulado Sobre el Alma, en el que formuló un sistema biológico y materialista para abordar el tema de la psicología. Esta postura materialista, que luego sería elaborada nuevamente por los estoicos, tuvo su adversario más elocuente en Plotino, fundador del neoplatonismo y el último de los grandes filósofos de la antigüedad, cuyas enseñanzas tenían muchos aspectos similares a la filosofía vedanta de la India e influyeron enormemente en las primeras doctrinas cristianas. Según Plotino, el alma es inmaterial e inmortal: la conciencia es la imagen del Uno y como tal está presente en todos los niveles de la realidad.
Una de las imágenes más poderosas e influyentes de la psique se halla en la filosofía de Platón. En el Fedro, el alma es descrita como un auriga que maneja un carro tirado por dos caballos, uno de los cuales representa las pasiones físicas mientras el otro encarna las emociones espirituales. Esta metáfora contiene las dos maneras —la manera biológica y la manera espiritual— con las que la filosofía y la ciencia occidental han tratado de abordar el problema de la conciencia a lo largo de su historia, sin que jamás hayan podido recon­ciliarlas. La diferencia entre ambas generó el problema de la «mente-cuerpo»  que se refleja en muchas escuelas de psicología, especialmente en el conflicto entre la escuela freudiana y la escuela jungiana.

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