Por
Fritjof Capra
Fragmento del capítulo La psicología newtoniana,
del libro EL PUNTO
CRUCIAL, Ciencia, sociedad y cultura naciente, Editorial Pax México, 1992 - 514 paginas.
Suele creerse que la psicología, en cuanto a
ciencia, fue creada en el siglo XIX, y que sus raíces históricas se remontan a
las filósofos de la antigüedad griega. En la actualidad, se ha comenzado a
conocer que la idea generalizada de que esta tradición ha producido las únicas
teorías válidas es una opinión parcial, condicionada por la misma cultura
occidental. Varios descubrimientos recientes sobre estudios de la conciencia,
de la psicoterapia y de la psicología interpersonal han despertado el interés
por los sistemas orientales de pensamiento, en particular los de la India, que
presentan una gran variedad de sistemas psicológicos profundos y sofisticados.
La rica tradición de la filosofía hindú ha engendrado un sinnúmero de escuelas
filosóficas, que van del materialismo al idealismo extremo y desde el monismo
absoluto, pasando por el dualismo, hasta el pluralismo total. En consecuencia,
estas escuelas han formulado un gran número de teorías, a veces antagónicas,
sobre el comportamiento humano, la naturaleza de la conciencia y la relación
entre la mente y la materia.
Junto con esta gran variedad de escuelas
filosóficas, la cultura hindú y las demás culturas orientales han desarrollado
ciertas tradiciones espirituales que, al estar basadas en conocimientos empíricos,
son más similares a los planteamientos de la ciencia moderna. Estas tradiciones
se apoyan en ciertas experiencias místicas que han engendrado varios modelos de
conciencia elaborados y extremadamente perfeccionados, incomprensibles dentro
del esquema cartesiano, pero sorprendentemente concordantes con los desarrollos
científicos más recientes. Sin embargo, el interés primordial de las tradiciones
místicas orientales no se halla en los conceptos teóricos sino en que éstos
son, antes que nada, maneras de liberación, relacionadas con la transformación
de la conciencia. A lo largo de su historia, han ideado varias técnicas sutiles
para cambiar el concepto que sus discípulos tienen de su propia existencia y de
su relación con la sociedad y la naturaleza. Por ello, tradiciones como el
vedanta, el yoga, el budismo y el taoísmo tienen más puntos en común con la
psicoterapia que con las religiones o las filosofías, y por tanto no resulta
sorprendente que algunos psicoterapeutas occidentales hayan mostrado un vivo
interés por el misticismo oriental.
La gran influencia de las ideas orientales se
reflejaba también en las especulaciones psicológicas de los antiguos filósofos
griegos, quienes —según la historia y las leyendas— las asimilaron en los períodos
en que realizaban estudios extensivos sobre estas ideas en Egipto. Esta primera
etapa de la psicología filosófica occidental fluctúa entre una visión
idealista y una visión materialista del alma. Entre los presocráticos,
Empédocles enseñaba una teoría materialista de la psique, según la cual todos
los pensamientos y percepciones dependían de los cambios fisiológicos. Por
otra parte, Pitágoras exponía opiniones firmemente basadas en el misticismo que
incluían la creencia en la transmigración del alma. Sócrates introdujo un
nuevo concepto de alma en la filosofía griega: mientras que antes el alma era
descrita como una fuerza vital —«el aliento de la vida»— o como un principio
trascendental en el sentido místico, Sócrates utilizaba la palabra psique en el
mismo sentido que la utiliza la psicología moderna, a saber, para designar la
sede de la inteligencia y de la personalidad.
Platón fue el primero en ocuparse explícitamente
del problema de la conciencia y Aristóteles escribió el primer tratado
sistemático sobre este tema, titulado Sobre
el Alma, en el que formuló un sistema biológico y materialista para abordar
el tema de la psicología. Esta postura materialista, que luego sería elaborada
nuevamente por los estoicos, tuvo su adversario más elocuente en Plotino,
fundador del neoplatonismo y el último de los grandes filósofos de la
antigüedad, cuyas enseñanzas tenían muchos aspectos similares a la filosofía vedanta
de la India e influyeron enormemente en las primeras doctrinas cristianas.
Según Plotino, el alma es inmaterial e inmortal: la conciencia es la imagen del
Uno y como tal está presente en todos los niveles de la realidad.
Una de las imágenes más poderosas e influyentes de
la psique se halla en la filosofía de Platón. En el Fedro, el alma es descrita como un auriga que maneja un carro
tirado por dos caballos, uno de los cuales representa las pasiones físicas
mientras el otro encarna las emociones espirituales. Esta metáfora contiene las
dos maneras —la manera biológica y la manera espiritual— con las que la filosofía
y la ciencia occidental han tratado de abordar el problema de la conciencia a
lo largo de su historia, sin que jamás hayan podido reconciliarlas. La
diferencia entre ambas generó el problema de la «mente-cuerpo» que se refleja en muchas escuelas de psicología,
especialmente en el conflicto entre la escuela freudiana y la escuela jungiana.
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